Sociedad Anónima de Soledades. Obras de Dana Aerenlund
Las personas que entramos en contacto con las obras de dana aerenlund experimentamos, de inicio, una compleja reacción en nuestras respectivas sensibilidades estéticas. Se trata de una mezcla de curiosidad e inquietud que deriva, si permanecemos ante sus piezas, en reacciones de impacto y de sorpresa. Es mediante este efecto –del todo premeditado, por parte de esta autora– como ella capta y mantiene nuestra atención. Dana consigue tocar nuestras sensibilidades porque recurre a elementos tales como el de lo trascendente y el de lo sentimental. Y también, aunque en menor medida, al de lo precario (pues algunas de sus obras acusan una cierta fragilidad que no necesariamente es física). Las cajas de esta artista son, entonces, elocuentes: le hablan a nuestra parte sensible, primeramente.
El referido impacto inicial no genera un pasmo persistente sino que, por el contrario, propicia una ulterior lectura intelectiva de sus ensamblajes encapsulados en parafina, la cual es apoyada, además, por las reflexiones que la propia autora se encarga de difundir. Los asuntos que aborda están relacionados con su descontento acerca del comportamiento humano actual, así como con el llamado que hace a favor de una ética personal y colectiva. El tratamiento que les da a estos motivos resulta adecuado y persuasivo. Para ella, el arte es de utilidad para crear conciencia. La postura que, ante la realidad, evidencia en sus piezas es de un indudable optimismo; es humanística y evidencia serenidad. En cuanto a la eficacia comunicativa de sus trabajos cabe destacar la presencia permanente de cierto enigma, lo cual orilla a profundizar en su lectura.
A manera de señal de solidez estilística, en esta serie dana plantea varios pares de opuestos que concilia a cada momento: en cuanto a los materiales y a los recursos técnicos que utiliza, establece una relación cordial con la tradición y con el presente, al utilizar procedimientos cerámicos provenientes del pasado y combinarlos con secuencias lumínicas y música de la actualidad; para esta artista, entonces, aquello que forma parte del patrimonio cultural del planeta no tiene por qué ser sustituido por los aportes recientes, sino que ambos saberes pueden coexistir de manera armónica. Dana es, al mismo tiempo, audaz y cautelosa en lo tocante al acomodo de sus elementos en las cajas que los contienen. Y acomete con semejante intensidad el todo y las partes que conforman esta exposición. Su obra contiene, entonces, una muy notable suma de aciertos.
- Blas Galindo